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Propiedad intelectual, valora su importancia

La investigación y desarrollo de nuevas variedades por parte de las empresas obtentoras ha permitido a lo largo de las últimas décadas no solo un significativo aumento en la calidad de las cosechas, sino que ha hecho posible que los agricultores hayan podido duplicar los rendimientos de sus cultivos y utilizar variedades perfectamente adaptadas a sus condiciones y territorio. Pero el desarrollo de nuevas variedades sólo es posible si existe una inversión continua en los programas de investigación.

Para sostenerlos y hacer viable los programas de mejora vegetal es imprescindible proteger el trabajo y respetar los derechos de propiedad industrial de los obtentores.

Además, la reproducción o compra de semillas de plantas legales o el reempleo de grano para siembra en el que se aplica el derecho de propiedad industrial es el único modo de sustentar la investigación, lo que permite al productor seguir siendo competitivo y, al mismo tiempo, no comprometer el futuro de la agricultura.

El uso de material vegetal sin certificar o producido clandestinamente puede dar resultados deficientes que provoquen serios perjuicios para el agricultor. Además, la ausencia de controles sanitarios que tiene el material clandestino puede ser un foco de transmisión de enfermedades que pueden acabar llegando a los consumidores finales.

España es uno de los polos más importantes del mundo en obtención vegetal. Las entidades que forman parte de ANOVE gestionan en España 67 centros de I+D+i. Es especialmente relevante el sector hortícola, con 39 centros de investigación y el de la producción de frutas, con 11 centros.

Los obtentores vegetales han profesionalizado un trabajo que desde el principio de la agricultura han realizado los agricultores, y lo han adaptado a las necesidades actuales utilizando para ello métodos científicos y costosas inversiones en tecnología y recursos humanos. Recordemos que poner una nueva variedad en el mercado supone entre 10 y 12 años de trabajo y alrededor de 1,5 millones de euros.

Es importante recordar, que la alimentación mundial esté en manos de unas pocas empresas, puesto que, por ejemplo, solo ANOVE agrupa a 58 empresas y centros públicos de investigación que operan en nuestro país realizando mejora vegetal, de las cuales más del 80% son pequeñas o medianas empresas, cooperativas o centros públicos de investigación.

El problema es que los elevados costes tanto a nivel económico como los del tiempo que requiere poner una nueva variedad en el mercado provocan que cada vez sean menos las empresas que cuentan con los recursos necesarios para invertir en mejora vegetal. Además, los procesos regulatorios son paulatinamente más costosos y se alargan más en el tiempo, lo que supone un elevado incremento de costes para los mejoradores.

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