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Las aportaciones de la mejora vegetal a la calidad del tomate

La inversión en I+D+i que realiza el sector obtentor español en el cultivo del tomate fue en 2019 de 16,7 millones de euros. Esta cifra supuso un promedio del 24,4% del volumen de negocio anual que generaron los obtentores en el subsector del tomate en España.

Los objetivos que se ha propuesto la mejora vegetal del tomate han ido variando a lo largo de las décadas, incidiendo especialmente en aumentar las resistencias a plagas y enfermedades, mejor adaptación al entorno, y aumento de los rendimientos.

La resistencia a estreses bióticos ha resultado fundamental en el incremento de la productividad. En España, actualmente un 88% de las variedades de tomate disponibles en el mercado tienen una o más resistencias, mientras que cerca del 97% de las plántulas de tomate destinadas a producción son resistentes a uno o más virus, hongos, nemátodos o bacterias.

En los últimos años el esfuerzo de la obtención vegetal se ha orientado preferentemente a la mejora del sabor y de la calidad nutricional. La mejora genética ha permitido obtener tomates cada vez más firmes y de mayor vida postcosecha, gracias la incorporación de genes que alteran la maduración del fruto. Por otra parte, la mejora genética ha aumentado la diversidad genética de los tomates, que se ha multiplicado por ocho en las últimas siete décadas. De hecho, el sector de la producción de híbridos trabajaba hace 15 años con unas 20-25 variedades, mientras que en la actualidad trabaja con más de 800 variedades diferentes.

Cabe resaltar que es en la mejora del sabor del tomate donde se están concentrando los esfuerzos en los últimos años: “La mejora genética se ha centrado desde la década de los 90 en la mejora de la calidad organoléptica y sensorial del tomate, para satisfacer las expectativas de los consumidores. Los avances en ciencia, que permiten conocer con más profundidad la genética del tomate, están permitiendo desarrollar variedades con mejor sabor”. Por otra parte, se ha centrado también “en la mejora de la calidad nutricional del tomate, para satisfacer las expectativas de los consumidores y brindar productos más saludables. Los avances en ciencia, que permiten conocer en más profundidad la genética del tomate están permitiendo desarrollar variedades con mayor contenido en antioxidantes, y se está trabajando para que este tipo de mejoras no vayan en detrimento del rendimiento del tomate”.

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