GENERAL

HABLEMOS DE SEMILLAS

La innovación en el campo de las semillas debe ser el eje central de la cadena alimentaria por su capacidad para impulsar el crecimiento de la Agricultura Europea, promover la nutrición sostenible y mejorar la calidad de vida en una economía más ecológica.

La presión combinada que ejerce el crecimiento de la población mundial, la escasez de tierras y el cambio climático impondrá mayores exigencias sobre el potencial productivo de las tierras de cultivo existentes. El uso eficiente de la tierra será, por tanto, uno de los principales factores para crear sistemas sostenibles de producción agrícola y alimentaria. Esto plantea la necesidad de disponer de nuevas variedades vegetales que ofrezcan un mayor rendimiento y de innovaciones en el campo de la semillas, como, por ejemplo, cultivos tolerantes a las sequía y a la salinidad, para seguir trabajando las tierras existentes y aportar otras nuevas que actualmente se consideran no cultivables en el ámbito de la agricultura productiva.

La urbanización seguirá aumentando a un ritmo acelerado; se prevé que en el año 2050 el 70% de la población mundial vivirá en las ciudades. Los estilos de vida urbanos provocarán cambios vertiginosos y mayores expectativas de los consumidores en lo que respecta a la disponibilidad y la variedad de productos, servicios y actividades. La gente querrá tener acceso a una amplia gama de alimentos saludables y actividades de ocio, y la cultura del “hazlo tú mismo” animará a los consumidores finales a cultivar sus propios alimentos en zonas urbanas. Aunque estas actividades seguirán siendo marginales en el contexto del reto que plantea la seguridad alimentaria global, para llevarlas a cabo se necesitarán variedades vegetales específicas capaces de crecer en esos entornos singulares.

A media que las ciudades aumenten de tamaño, los terrenos agrícolas se irán reduciendo para dejar espacio al desarrollo urbano e industrial, las infraestructuras de transportes, las viviendas y los núcleos suburbanos. Esa pérdida de terrenos resulta inevitable debido al bajo rendimiento económico del capital y el trabajo agrícola en comparación con otros usos no agrícolas de la tierra. Es por ello que un sector comercial de las semillas innovador y diverso será un aliado decisivo para impulsar la competitividad y el empleo rural. Los centros de mejora vegetal y las plantas procesadoras de semillas juntos con todos los servicios asociados, son importantes para generar riqueza en las zonas rurales por su capacidad para atraer trabajadores altamente cualificados, inversiones y crecimiento económicos, así como porque permiten que dichas zonas se abran al mundo. Una mayor innovación en el campo de las semillas sentará las bases del desarrollo continuo, la producción y el uso de un mayor número de bioproductos y bioprocesos para una economía europea más sostenible. La futura bioeconomía puede ofrecer importantes ventajas socioeconómicas, y sus aportaciones mejorarán la salud pública, la sostenibilidad medioambiental y la productividad de los procesos industriales. No obstante, el éxito de la bioeconomía dependerá principalmente de una investigación permanente y específica en botánica, así como del desarrollo de innovaciones en el campo de las semillas que proporcionen las bases genéticas para crear nuevos modelos de negocio.

La industria europea de semillas está decidida a aportar su excelencia científica y su larga experiencia práctica para alcanzar los objetivos que marcan las políticas de la Unión Europea relativos a un suministro seguro y asequible de alimentos saludables de alta calidad, una agricultura sostenible y una bioeconomía más ecológica. Pero nuestras aspiraciones no se quedan ahí: estamos decididos a superar esos objetivos. Para ello necesitamos políticas y normativas modernas y con perspectiva de futuro, dirigidas a la promoción y el fortalecimiento de la innovación en el campo de las semillas. Instamos, por tanto, a los responsables de la toma de decisiones europeos a que se unan a nuestro propósito:

La innovación y los cambios en la agricultura han ido modelando los paisajes de los territorios europeos durante siglos. Al viajar por Europa se percibe constantemente la huella de la mejora vegetal: desde los esplendorosos campos dorados de colza en los meses de abril, hasta los imponentes cultivos de maíz y girasol bañados por el sol estival, pasando por los campos de trigo que aguardan la siega en julio.

Cada semilla guarda un gran potencial. Las semillas son capaces de generar alimentos más sanos, contribuir a la aplicación de métodos de producción sostenibles, crear zonas habitables más respetuosas con el medio ambiente o aportar más bioproductos a nuestra economía. Dado que la seguridad alimentaria, el cambio climático y el desarrollo sostenible son cuestiones prioritarias, para que se cumplan nuestras granes expectativas de los que las semillas debería aportar no solo a los agricultores y los consumidores, sino a la sociedad en su conjunto, debería haber un reconocimiento renovado del valor social de la semilla. En este contexto, el sector europeo de semillas, impulsado por fuertes inversiones en investigación e innovación, tiene una función clave en el futuro de la agricultura, la producción alimentaria y la bioeconomía.

El aprovechamiento de todo el potencial de los vegetales va unido a una industria europea de las semillas sólida e innovadora, que resulta esencial para promover una agricultura y una cadena de suministro resistentes, diversas, sostenibles y competitivas, capaces de responder a los retos sociales y anticiparse a las necesidades del futuro.

Para ello, la industria necesita el apoyo de una política uniforme y con perspectiva de futuro, así como un marco normativo adecuado y orientado a promover la innovación. Muchas de estas políticas y reglamentos se establecen a escala europea y gran parte de ellos se someterán a un proceso de revisión, adaptación y actualización en los próximos años. Estas decisiones tendrán un efecto determinante en la capacidad de Europa para contribuir a la seguridad alimentaria y la agricultura sostenible, así como a otros objetivos políticos generales.

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