CEREALES Y PROTEAGINOSASGENERAL

Hablamos de cereal (Parte I)

Habiendo arrancado ya la campaña de siembras de cereal, el agricultor es consciente de que gran parte del correcto desarrollo de su cultivo viene condicionado fuertemente por el tipo de material de siembra a emplear en sus explotaciones y, sin duda alguna, la mejor opción es la semilla certificada.

Debemos tener en cuenta que la cosecha del 2023 estuvo caracterizada por una sequía muy severa, lo que hizo que la cosecha fuera la más baja desde 1990.

Gráfica 1 (Fuente: Cooperativas Agroalimentarias)

Esta sequía repercutió en la producción de semilla certificada de aquellas especies que son producidas tradicionalmente en secano. A pesar de ello, la creciente profesionalización y desarrollo del sector productor de semilla supo afrontar la situación adversa y poner a disposición del mercado suficiente semilla certificada en las especies que son mayoritariamente sembradas como trigo blando y cebada.

La cosecha del 2024 se aproxima a los 22 millones de Tm, por encima de la media de los últimos 33 años, influenciada por unas razonables precipitaciones en gran parte de la geografía nacional, a excepción de amplias comarcas de provincias como Zaragoza, Teruel y Albacete.

La gráfica anterior es muy ilustrativa pues se ve cómo la cosecha media en España sigue su tendencia alcista, habiendo pasado de 18 millones de Tm en 1990 a 22 millones de Tm en 2024, a pesar de que la superficie de siembra del cultivo de cereal se viene reduciendo año a año para ser destinada a otros usos (cultivos leñosos principalmente), habiendo caído la superficie de cereal de invierno unas 900.000 ha en los últimos 18 años, según se aprecia en los boletines estadísticos del MAPA. Este incremento de las cosechas sólo puede ser debido al impacto que tienen en los rendimientos agrarios el buen uso de los medios de producción, especialmente la genética aportada por las nuevas variedades vegetales, fruto de las importantes inversiones llevadas a cabo por el sector investigador, que desarrolla y pone a disposición del productor las nuevas variedades vegetales. Estos costes de investigación sólo tienen su retorno si el agricultor respeta los derechos del obtentor mediante el empleo de la semilla certificada o el reempleo legal de granos para siembra, afrontando la retribución correspondiente.

Como sabemos, la eficiencia en el uso de fertilizantes, fitosanitarios y maquinaria agrícola, va a tener un impacto significativo en el futuro desarrollo del cultivo, pero conviene tener muy presente que el mayor impacto en los rendimientos agrarios es consecuencia de la investigación y el desarrollo de nuevas variedades, canalizado a través del empleo de una buena semilla, sin duda la semilla certificada. Esto ha sido puesto de manifiesto por el Instituto Cerdá a través de un informe del 2021 que muestra cuál ha sido la aportación social, económica y ambiental del sector obtentor al cultivo, distribución y consumo del trigo blando en los últimos años, concluyendo que las mejoras de la obtención vegetal han dado lugar a un incremento de la productividad del trigo de entorno al 220% en los últimos 50 años, y de un 37% en los últimos 30. Dicho informe presenta también los resultados de estudios llevados a cabo por diferentes países y por la UE (Tabla 1)

Fuente Institut Cerdá

Se puede apreciar cómo la mejora genética es responsable por sí misma del incremento en los rendimientos productivos del trigo de los últimos años, en un porcentaje que oscila del 50% al 90 %, superando por tanto la suma del efecto en conjunto del resto de los medios de producción.

CONTINUARÁ……..

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