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España, puntera en I+D+i agrícola

La innovación vegetal es clave para dar respuestas al consumidor. El mercado demanda cada vez más alimentos frescos de absoluta calidad, con nuevas presentaciones, diferentes tamaños y texturas, nutritivos y con más sabor; los quiere en cualquier época del año, cerca de casa, a precios asequibles, más duraderos y con plena seguridad alimentaria. Si todo ello es posible es gracias a la investigación genética que llevan a cabo los obtentores vegetales.

Pero la innovación no es barata: para poder poner nuevas variedades a disposición de agricultores y consumidores se requiere de una gran dedicación de recursos. Dependiendo de la especie, obtener una nueva variedad puede suponer de 10 a 12 años de trabajo y entre 1 y 3 millones de euros. Por ejemplo, para la obtención de la variedad de trigo “Veery” fue necesario experimentar 3.170 cruzamientos entre 51 diferentes parentales de 21 países.

La investigación genómica ha permitido durante las últimas décadas obtener resultados que los agricultores individualmente hubieran tardado siglos en conseguir. También ha permitido adaptar cultivos no autóctonos a las condiciones específicas de zonas en las que antes resultaba imposible producirlos (ej.: frutos rojos de clima frío cultivados en el sur de España).

La investigación y la tecnología aplicada a la obtención de semillas y plantas incrementan la eficiencia, la productividad y mejora los procesos. Esta investigación de vanguardia es, por tanto, una apuesta constante y decidida por parte de las empresas del sector:

  • Las entidades asociadas en ANOVE invierten entre el 20% y el 30% de su facturación en I+D+i;
  • Dedican hasta un 30% de su personal a esta labor fundamental de investigación (2.500 personas aproximadamente)
  • El 81% de las empresas asociadas a ANOVE tienen departamento propio de I+D (52 centros de I+D de los que disponen en España).
  • La ratio de producción asciende a 230.000 euros/año por trabajador. Este dato tan elevado obedece a la alta cualificación tecnológica de los trabajadores en plantilla.

Según datos de la Comisión Europea, el porcentaje de inversión en I+D de las compañías obtentoras supera incluso, proporcionalmente, el que realizan las empresas de automoción, farmacéutica, aeroespacial o las de tecnologías de la información.

Estudios externos al sector[1], concretamente de la industria farmacéutica, señalan que los españoles consideran que es el sector alimentario el que más contribuye al bienestar social y el que trabaja con mayor respeto al medio ambiente y a la sostenibilidad, con 15 puntos de diferencia con respecto al segundo sector en el ranking, el farmacéutico. Con más de diez puntos de diferencia, también la industria alimentaria es la mejor valorada por los españoles como la más importante en España y la que estiman crea más puestos de trabajo.

Es importante resaltar que en España existen 63 centros de I+D+I: el 81% de estas entidades tiene departamento propio de I+D y en ellos se ocupa en labores de investigación aproximadamente el 30% de la plantilla.

En las 59 entidades socias de ANOVE trabajan más de 3.500 personas, la mayoría altamente cualificadas. Debido a la alta cualificación tecnológica de los empleados, la ratio de producción por trabajador alcanza la cifra de 230.000 euros/trabajador año.

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[1] TEVAPHARMA: Imagen de la industria farmacéutica en España, 2016. Estudio demoscópico realizado por DYM en abril de 2016, a través de 1045 entrevistas telefónicas a individuos entre 16 y 75 años, con error muestral asociado de 3,2% y nivel de confianza de 95,5%. http://www.tevapharma.es/forosocial/Informe-imagen-industria.pdf 

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