Fibras y oleaginosas en la Unión Europea
Aproximadamente, dos terceras partes de las oleaginosas consumidas durante un año en la Unión Europea son producidas dentro de las fronteras de esta. Su área total de producción es de aproximadamente 11 millones de hectáreas (ha). En el caso de las fibras, se cultivan cerca de 400.000 ha. El valor de ambas producciones se aproxima a los 400 millones, alcanzando sus ventas unos 11 billones de euros.
El principal cultivo de la Unión Europea en esta categoría es la colza, que se usa para producir aceite y en menor medida para producir bioenergía. Su producción alcanza los 6,5 millones de hectáreas, generando un valor en ventas de 7 millones de euros. El segundo cultivo por importancia es el girasol, que se utiliza para la producción de aceite principalmente y en segundo lugar para el consumo alimentario. Su producción asciende a los 4 millones, llegando a un valor en mercado de 2,7 millones de euros.
La mejora vegetal de oleaginosa y fibras tiene tres objetivos principales. El primero es elevar y mantener estable el rendimiento de los cultivos. Esta es la principal mejora desde el punto de vista de los agricultores que, gracias a ella, podrán delimitar sus costes y fijar precios de mercado con una mayor competitividad. El segundo objetivo es mejorar la calidad del cultivo. Dependiendo de este, los factores que definen la calidad del mismo variaran. La calidad de un cultivo también es importante para el agricultor, pues su mejora se refleja en el precio de salida de la producción. Por último, se persigue adaptar el cultivo a las condiciones locales, tanto al estrés biótico como abiótico, siendo la resistencia a una o más enfermedades una de las principales mejoras perseguidas.
Las técnicas de mejora vegetal utilizadas para lograr estos objetivos están en constante desarrollo. En los cultivos de semillas oleaginosas se utiliza con frecuencia los dobles haploides, para alcanzar la homocigosis sin necesidad de generaciones de autopolinización. La genética molecular es utilizada de formas muy diversas. Es el caso de las huellas genéticas que se utilizan para identificar genotipos que son genéticamente diversos o los marcadores de selección asistida que son útiles cuando los marcadores genéticos moleculares pueden estar asociados con la resistencia a enfermedades o plagas. Cada vez se usa más la selección genómica para detectar y crear las combinaciones deseadas de un gran número de alelos con pequeños efectos individuales.
Pero todos estos logros en la mejora no se ven hasta décadas después. Las mejoras en el rendimiento son medidas en multitud de cultivos y áreas durante largos periodos de tiempo calculando que, en general, el aumento del rendimiento es en torno al 1 ó 3% al año. Pero no es un aumento lineal, más bien, se suceden periodos de estabilidad en el rendimiento con picos que dan lugar a un gran avance.
Las mejoras en la calidad pueden ocurrir porque se obtenga un nuevo método para medir un parámetro de calidad o porque la industria defina un nuevo parámetro de calidad. Cuando estos nuevos objetivos son cuantificados y monetizados, la industria apenas tarda en incluir estas mejoras en las variedades que enriquecen el mercado.
Por último, conseguir la resistencia a plagas es un trabajo continuo pues estas se adaptan para superar las resistencias de los cultivos a su daño. En muchos casos se requiere la acumulación de sofisticados genes resistentes o la rotación de los mismos para ir siempre un paso por delante de la plaga o el patógeno que se combate.
Si quieres saber más sobre los cultivos de oleaginosas y fibras en la UE, así como de la mejora vegetal, consulta este enlace: http://web.anove.es/media/Factsheet-Oil-and-Fibre-crops.pdf
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