GENERAL

Presentamos el informe «Aportaciones de la mejora vegetal en España»

Ayer día 3 de noviembre, realizamos en Madrid y de manera presencial la presentación en Madrid. El informe ha sido elaborado por el Institut Cerdá.

La mejora de semillas y plantas aporta a la economía española casi 1.000 millones de euros anuales. Este es la conclusión más destacada de un informe que, por primera vez, cuantifica se las aportaciones económicas, sociales y medioambientales del sector obtentor en España. Según el Instituto Cerdá, responsable de este estudio, las empresas y centros públicos dedicados a la mejora vegetal contribuyeron a la economía española entre 1990 y 2017 con un total de 16.697 millones de euros; esto supuso una aportación promedio al Valor Añadido Bruto[1] de 596 millones de euros al año.

Solo en 2019, el sector obtentor inyectó a la economía nacional 985 millones de euros de Valor Añadido Bruto: 455 de ellos –casi la mitad– fueron generados de forma directa, 277 de forma indirecta y 249 de forma inducida[2].

Más allá de este impacto económico, la obtención vegetal también tiene trascendentes consecuencias para el desarrollo agrario, al incrementar sensiblemente la ocupación laboral. El valor añadido bruto generado por el sector obtentor ha hecho posible la creación de unos 428.000 empleos en el periodo 1990-2017, es decir, casi 16.000 puestos de trabajo anuales. El 26% fueron generados directamente, el 34% de forma indirecta y el 40% de forma inducida.

Según señala el informe, “el sector obtentor es clave para la alimentación y la economía”, ya que la mejora vegetal se encuentra en el origen de las cadenas agroalimentarias y de los procesos de elaboración de derivados vegetales. “La competitividad y calidad de su actividad transciende en todos los eslabones de la cadena, beneficiando a la sociedad, el medio ambiente y la economía en su conjunto”. El informe reconoce, no obstante, que “el sector obtentor es aún poco conocido entre la población, las instituciones y los mismos agentes de la cadena, que desconocen el origen de sus productos y no son conscientes de las inversiones ni del impacto de las investigaciones que desarrolla el sector”.

Decidida apuesta por la inversión en I+D

No obstante, lleva a cabo un esfuerzo inversor muy importante: las empresas dedicadas a la mejora vegetal invirtieron el año pasado en España I+D+i, aproximadamente el 20% de su facturación. Según datos de la Comisión Europea, este porcentaje supera incluso, proporcionalmente, al de sectores como los de automoción, farmacéutico, aeroespacial o el de tecnología de la información.

Dependiendo de las distintas especies cultivadas, el proceso de investigación de una nueva variedad necesita entre 10 y 12 años de trabajo y requiere una inversión que oscila entre 1 y 3 millones de euros. Según la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE), las 59 empresas y centros públicos de investigación a las que representa disponen en España de 62 centros de I+D+i, 39 de ellos dedicados específicamente a producciones hortícolas y 11 a frutales. El 38% de la plantilla de estas organizaciones está asignado directamente al área de I+D, y, debido a su alta cualificación, la ratio de producción por trabajador alcanza la elevada cifra de 230.000 euros/año.

La mejora vegetal protege el medio ambiente

Las aportaciones de la obtención vegetal resultan fundamentales para producir de modo sostenible y para poder alcanzar los objetivos que la UE se ha fijado a través del Pacto Verde Europeo. El Informe Cerdá detalla una cuantificación exhaustiva de los beneficios medioambientales que la mejora vegetal ha aportado en diferentes cultivos.

Así, en el tomate, por ejemplo, la mejora vegetal permitió ahorrar más de 375.000 millones de toneladas de fertilizantes y 1.715.000 kg de fitosanitarios entre 2011 y 2016. Por lo que respecta al consumo de agua se ahorraron 427 millones de m3 en el periodo 1990-2017, una cantidad similar al agua que consume en un año una ciudad de 300.000 habitantes.

Por lo que se refiere al cultivo del trigo blando, la mejora vegetal ha supuesto un ahorro de energía de 322 millones de MJ/anuales entre 2011 y 2015, lo que equivale al consumo de energía de más de 9.000 hogares durante un año. Se calcula que gracias a innovación vegetal en las variedades de trigo se ha evitado verter a la atmósfera 96.600 toneladas de CO2 cada año, lo que representa una cantidad similar a las emisiones anuales de 57.000 coches.

También en el cultivo del maíz las aportaciones de la obtención vegetal han ayudado considerablemente al entorno medioambiental, pues solo entre 2011 y 2015 permitieron que se ahorraran más de 614.000 kg de fitosanitarios. También gracias a la mejora vegetal pudo reducirse el consumo de agua, concretamente 19,3 millones de metros cúbicos anuales, lo que equivale al consumo de una ciudad de 372.000 habitantes. Se calcula que gracias a innovación vegetal se ha evitado verter a la atmósfera 68.000 toneladas de CO2 cada año, lo que representa una cantidad similar a las emisiones anuales de 40.000 coches.

La productividad, principal aportación de la mejora vegetal

Con todo, la aportación fundamental de la obtención vegetal es el incremento de la productividad que consigue en cualquiera de los diferentes cultivos. Según se desprende del meta-análisis que realiza el Instituto Cerdá comparando los diversos estudios, se estima que, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, el 50% del aumento de la productividad agrícola mundial fue posible gracias a la mejora vegetal.

Por lo que respecta al tomate, por ejemplo, a mejora genética ha hecho posibles incrementos de productividad “superiores al 240% en los últimos 50 años”. En 1970, la productividad media del tomate en España se situaba en 25 toneladas por hectárea, mientras que en 2018 se alcanzaron 85 toneladas por hectárea”. El informe Cerdá refleja que las mejoras de la obtención vegetal han supuesto entre 1990 y 2018 una producción adicional de 36,4 millones de toneladas, es decir, el 32% de la producción en este periodo. En este sentido, la aportación de la mejora vegetal ha sido de 1,26 millones de toneladas de tomate más cada año.

Por lo que se refiere al cultivo de trigo blando, “las mejoras de la obtención vegetal han supuesto entre 1990 y 2018 una producción adicional de 14,7 millones de toneladas, es decir, el 11,5% de la producción en este periodo. En este sentido, la aportación anual de la mejora vegetal sería de algo más de 523.000 de toneladas anuales de trigo”. Eso permitió aumentar los ingresos de los agricultores entre 1990 y 2018 en más de 2.600 millones de euros, el 11,3% de sus ingresos de este periodo.

En referencia al cultivo de maíz, los cálculos realizados por el Instituto Cerdá estiman que “las mejoras de la obtención vegetal han supuesto entre 1990 y 2018 una producción adicional de 11,3 millones de toneladas, es decir, un 10,5% de la producción en este periodo. La aportación anual de la mejora vegetal ha sido de más de 400.00 toneladas anuales de maíz. Esto ha hecho posible que entre 1990 y 2017 hayan aumentado los ingresos de los agricultores en más de 1.980 millones de euros, el 10% de sus ingresos de este periodo.

El informe Cerdá se detiene en un cuarto cultivo, el arándano, subrayando también el incremento registrado en la producción. Entre 1995 y 2018 se alcanzó una producción acumulada de aproximadamente 160.000 toneladas. “Las mejoras de la obtención vegetal han supuesto una aportación anual de 10.812 toneladas de arándano entre estos años”. El rendimiento medio anual también ha aumentado, siendo de 12 kg/ha en los últimos 10 años.

ENLACE PARA DESCARGAR EL INFORME:


[1] El VAB es la macromagnitud económica que mide el valor añadido generado por el conjunto de empresas de un área económica –en este caso el sector de la mejora vegetal– recogiendo los valores que se agregan a los bienes y servicios en las distintas etapas del proceso productivo.

[2] El impacto directo corresponde a la generación de ocupación e ingresos de forma directa por la actividad.  El impacto indirecto es la generación de ingresos y ocupación producida en las empresas relacionadas con las actividades generadoras de efectos directos (básicamente a través de la provisión de bienes y servicios).  El impacto inducido corresponde al valor económico y los puestos de trabajo generados como consecuencia del gasto y el consumo de los empleados de las actividades relacionadas con el sector obtentor.

COMENTARIOS

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *