¿Por qué la colza es hoy un cultivo con futuro?
Aunque poco a poco se va haciendo un hueco en el campo español, la colza es un cultivo con una representación todavía escasa, a pesar de su rentabilidad. Se trata de un cultivo cuya tendencia está claramente orientada al alza, consiguiendo en pocos años pasar de apenas unas pocas manchas testimoniales, a las casi 70.000 hectáreas de superficie alcanzadas en la campaña 2015. Todo hace pensar que este crecimiento se va a mantener en los próximos años.
La colza es un cultivo que se adapta muy bien a las condiciones medioambientales de las regiones del interior de España marcadas, entre otros factores, por una pluviometría limitada pero suficiente para llevar adelante un cultivo que se desarrolla con un nivel de precipitación a partir de los 400 ml anuales. La colza mejora la estructura del suelo y su raíz pivotante permite un mejor aprovechamiento de los nutrientes, por lo que representa una opción excelente en la rotación con cereal. Estas son algunas de las razones que han animado a la industria de semillas a apostar con decisión por este cultivo y a poner a disposición de los agricultores una amplia gama de productos.
Lo que hoy vemos florecer en nuestros campos es mayoritariamente colza híbrida, pero hace no muchos años la realidad de este cultivo era muy diferente, ya que la tendencia predominante era sembrar las llamadas colzas “población”, o variedades obtenidas a partir de líneas. ¿Qué diferencias presentaba este tipo de colza frente a la colza híbrida?
La investigación en colza se ha centrado en los híbridos, ya que aportan ventajas agronómicas claras y objetivas frente a las variedades predominantes en el pasado: una semilla de mayor tamaño que la de la colza convencional, que facilita su manejo a la hora de la siembra; un mayor vigor de nascencia que favorece una mejor implantación; una floración más concentrada y uniforme frente al escalonamiento característico de las variedades; un cultivo con un aspecto más homogéneo; su mejor recuperación tras la parada invernal; su mayor capacidad de ramificación que permite una menor densidad de siembra; y su superior resistencia enfermedades. Todos estos son motivos más que suficientes para decantarse por la semilla híbrida también en el cultivo de colza. Aunque es en la producción en donde la diferencia con el pasado se hace más patente. Pese a que la variabilidad es muy grande, en secano la producción puede alcanzar hoy una media de 3.000 kg/ha de colza híbrida, mientras que las variedades se hubieran quedado en torno a un 20% por debajo debido a su mayor dehiscencia (apertura de vainas y pérdida consiguiente de grano) o sus mayores problemas de encamado, por citar solo algunas circunstancias adversas.
La colza híbrida, de hecho, permite perfeccionar las técnicas de siembra (se ha empezado a hacer siembra de precisión en algunas zonas del norte de España), mejorar el aprovechamiento del nitrógeno en el cultivo, desarrollar más rápidamente resistencia a las principales enfermedades y obtener una clara mejora de características cualitativas.
Las razones fundamentales por las que la industria apuesta en exclusiva por las colzas híbridas son, en resumen, su mayor potencial de producción, una superior resistencia a enfermedades y una estabilidad más elevada que la de las variedades convencionales. El inferior coste de la semilla de colza convencional, respecto al de la semilla híbrida, no compensa en absoluto la diferencia de comportamiento agronómico y de rentabilidad entre ambas, más aún cuando se trata de un cultivo que suele tener un precio interesante en el mercado y que representa en muchas zonas de España una alternativa excelente en la rotación con cereal.
En suma, la historia de la colza refleja una vez más como la tecnología, la investigación y la utilización sobre el terreno de nuevos productos con calidad certificada, aportan a la agricultura una rentabilidad superior y a la sociedad en general una mayor seguridad y un mayor bienestar.
Servicio Agronómico de Pioneer
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