Esto es todo lo que hay detrás de una semilla
La obtención vegetal (también conocida como mejora vegetal) es una actividad altamente tecnológica y de enorme trascendencia económica basada en la investigación y desarrollo de nuevas variedades de plantas. El comienzo de la cadena alimentaria, y de otras cadenas de consumo, es la semilla. Tradicionalmente se tiende a olvidar y se empieza a hablar de la planta y del producto obtenido, pero antes se encuentra una etapa imprescindible que se encarga de la semilla, el único insumo imprescindible para el sostenimiento de la cadena de consumo tal como la entendemos, segura y diversa.
Actualmente, podemos encontrar en el mercado multitud de frutas y hortalizas, no sólo debido a que la globalización ha permitido acceder a cultivos que se generan más allá de nuestras fronteras sino también gracias a los avances obtenidos mediante la mejora vegetal. A lo largo de los años, la obtención vegetal a supuesto grandes mejoras para el sector como: mejoras medioambientales y económicas por kilo de alimento producido; mejora de las características y calidades de los cultivos y productos obtenidos; mejora de las propiedades industriales de los cultivos; mejora sus cualidades nutricionales; mejora de la seguridad alimentaria; y mejora de las cualidades organolépticas de los alimentos. Así, se han obtenido frutas y hortalizas que: duran más tiempo, son distintas de las existentes o se pueden cultivar en zonas donde antes no se podía.
Todos estos avances requieren de grandes esfuerzos. Poner una nueva semilla en el mercado tarda más de 10 años y su coste supera al millón de euros. La industria obtentora reinvierte en I+D más del 15% de su facturación dedicándose a estas labores más del 30% de la plantilla. Para recuperar esta inversión y poder seguir investigando, la semilla se protege mediante derechos de propiedad industrial. Menos del 25% de la semilla utilizada a nivel mundial está sujeta a pago de derechos de propiedad industrial. En ciertos casos y para determinados cultivos, el agricultor puede reutilizar la semilla de su propia explotación sin pagar dichos derechos de propiedad industrial.
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