A pesar de la unanimidad científica, los enunciados falsos se difunden con facilidad y provocan temores sin fundamento
Hace unos días celebramos nuestra Asamblea General. Como cada año contó con una parte privada en la que se renovó nuestra Junta Directiva, se aprobaron las cuentas de 2018 y el presupuesto de 2019, y se hizo balance del trabajo realizado en el último año.
Además, tuvo lugar una parte abierta, en la que contamos con la participación de miembros del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, organizaciones agrarias, representantes de las Cooperativas Agro-Alimentarias de España, otras asociaciones afines a nuestro sector y demás stakeholders. Esta parte abierta, comenzó con una conferencia magistral de José Miguel Mulet bajo el título de “Agrotecnología sin miedo” y un posterior debate moderado por el periodista César Marcos y que contó con la participación del propio José Miguel Mulet (Investigador y Divulgador Científico), Juan Ignacio Senovilla (Representante de ALAS), Julio Tío Barraca (Representante de CECU) y Eduard Fitó (Presidente de ISF).
En este debate se habló de como a lo largo del tiempo la investigación ha ido mejorando las propiedades de los alimentos haciendo posible, además, que aumente la productividad y se mejore la seguridad alimentaria, aspecto en el que los participantes de la mesa se mostraron unánimes. Y coincidieron también en subrayar la responsabilidad que tienen los medios de comunicación en proporcionar a los ciudadanos divulgación científica rigurosa evitando la difusión de bulos y tópicos acerca de la alimentación.
Como ejemplo de desconocimiento común se insistió en los transgénicos, “de los cuales la ciencia no tiene la menor evidencia científica de que sean perjudiciales; sin embargo, sin el menor rigor científico, algunos asustan a la población esparciendo temores infundados”. Se da la paradoja de que en Europa pueden usarse medicamentos transgénicos y, sin embargo, está prohibido producir alimentos por medio de esta técnica. De hecho, 3 millones de españoles con diabetes “se inyectan cada día insulina, producida con una levadura transgénica y gracias a eso pueden vivir; pero no pueden comer alimentos transgénicos producidos en Europa, lo que es una contradicción y un sinsentido”. Mulet puso de manifiesto, además, que los agricultores europeos están en situación de desigualdad “porque políticos y legisladores prefieren están más pendientes del rendimiento electoral que de conocer la verdad científica”. Se produce así “la paradoja de que Europa importa 91 variedades transgénicas y, sin embargo, a sus agricultores solo se les permite cultivar 1, con lo que compiten en inferioridad de condiciones con respecto a los de otras áreas del mundo”.
En la mesa redonda también se abordó con detenimiento la técnica CRISPR/Cas, otro ejemplo de cómo los legisladores acostumbran a desoír los criterios de la comunidad científica, según lamentaron los participantes.
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