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Unanimidad científica y del sector en defensa del CRISPR

El CRISPR es una técnica que permite seleccionar y modificar los genes con una rapidez y precisión hasta ahora desconocidas, defendida por prácticamente toda la comunidad científica, pero a la que se oponen algunos grupos ecologistas.

En el trascurso de la rueda de prensa celebrada en el marco del Congreso Anual de la ESA el pasado 9 de octubre, el Dr. Pío Beltrán[i], profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), explicó que la negativa ante el CRISPR responde a las mismas creencias que ya influyeron en la prohibición de los transgénicos en Europa, pero subrayó que «los científicos sabemos sin ninguna duda que la técnica de edición genómica CRISPR no puede equipararse a los transgénicos. Esto es muy claro cuando la técnica CRISPR se utiliza para producir en la planta de cosecha una mutación idéntica a las que suceden al azar en la naturaleza y que proporciona una característica de interés para los consumidores. Las variedades se deben de evaluar por lo que son, no por la tecnología utilizada para su obtención». El ser humano lleva seleccionando y modificando los genes de las plantas desde que inventó la agricultura, y “la ciencia solo ha desarrollado técnicas y conocimientos para hacer este proceso más rápido, más seguro y más sostenible; el CRISPR es uno de ellos, con ventajas evidentes e indiscutibles desde una perspectiva científica».

La ESA considera que la consecuencia de esta decisión judicial tiene “unos riesgos socioeconómicos inaceptables tanto para la mejora vegetal, como para la cadena agroalimentaria en general, los consumidores y nuestro entorno europeo”. Sostiene que el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas está causando con esta decisión un grave daño a la investigación científica en la que los obtentores europeos han venido invirtiendo, y que ahora tendrán que desembolsar 20 millones de € para hacer frente únicamente a los costes regulatorios de cada variedad que se registre. Además, el Tribunal ha situado “a los agricultores, procesadores, comerciantes y consumidores en una situación de desventaja competitiva frente a los de otras regiones”. Recientemente también EuropaBio, la asociación de empresas biotecnológicas europeas, calificó esta decisión judicial de “un paso atrás”, añadiendo que “los 1.000 millones de euros invertidos por los Estados y las empresas para el uso de CRISPR en la agricultura, ahora ya no darán resultados prácticos para los agricultores europeos”. Cerrar la puerta a la técnica CRISPR –sostiene la ESA– “impedirá a Europa avanzar en el desarrollo de nuevas variedades de plantas mejor adaptadas, que sean de alto rendimiento y resistentes a plagas y enfermedades, o que contribuyan a dietas que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático, o que innoven para un sistema agroalimentario más saludable y sostenible”.

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